5 de enero de 2016

Claudio López Brú, semblanza histórica del Marqués de Comillas (y III)

Claudio López Brú (1853-1925), desde 1883 segundo Marqués de Comillas
Fallecimiento, causa de beatificación y Centenario (Continua)
Por fin se decidió que el traslado de los restos de Claudio López, fallecido en Madrid el 18 de abril, y enterrado con gran pompa el 20 de abril de 1925 en la Capilla Panteón de su Palacio de Comillas, hasta la iglesia del Seminario Universidad Pontificia, tuviera lugar el 19 de abril de 1953. Esta es la crónica oficial de los «comilleses unionistas» publicada en la revista Unión Fraternal para uso interno:
Vista del palacio del Marqués de Comillas en Comillas ( Cantabria ) hacia 1900.
«En el centenario de su nacimiento (del Siervo de Dios, Claudio López). Estamos acostumbrados a los centenarios, casi los miramos como un tópico histórico. Sin embargo la frase: «Centenario, que algo queda» está llena de verdad, y de nosotros depende colmarla de toda verdad. Obligación nuestra es sembrar sobre todas las aguas para lograr la pronta beatificación del Siervo de Dios, Excmo. Sr. D. Claudio López Brú. No quiero desviarme de lo que quiere ser una crónica, pero no olvidemos el motivo del traslado de los venerandos restos del segundo Marqués de Comillas. El 18 de Abril [de 1953] por la mañana se exhumaron en la Capilla Panteón de familia los restos del Marqués, en presencia del Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis, D. José Eguino; del presidente del Tribunal Eclesiástico en el proceso de beatificación, ilustrísimo Sr. D. Agustín Tobalina, Deán y Vicario de la Diócesis; del fiscal de la misma, Rvdo. P. Lodos, S. J. y del notario del acto exhumatorio Rvdo. Sr. José Bigordá. Presenciaron también la exhumación el Rector Magnífico de la Universidad, Rvdo. P. Pablo Pardo, los PP. Regatillo y Marín, el Capellán de la Casa Marquesal, Monseñor Borja Cossío, Prelado Doméstico de S. Santidad Pío XII y los seminaristas José Angel Ezquerra y Emiliano Gutiérrez Simón. El domingo 19 a las doce de la mañana llegó en viaje directo de Madrid el Excmo. Sr. Conde de Ruiseñada, acompañado de su esposa, su hijo Alfonso y otros familiares. Poco después la oficialidad de maestros de ceremonias bajo la dirección de su Prefecto P. Rodríguez Prieto y su subprefecto Sr. Raúl González, operaban sobre una masa abigarrada y amontonada junto a la puerta de la Capilla Marquesal. Después de algunas maniobras, muy gratas, quedó organizado el cortejo fúnebre. Abría la marcha la cruz a la que seguían las niñas del Colegio de Nuestra Señora de los Angeles de Comillas, los seminaristas, estudiantes S. J. y el Claustro de profesores, todos con roquete y de dos en fondo a ambos lados del trayecto. El centro de ambas filas lo ocupan: el Coro reducido de la Schola y algunos maestros de ceremonias. También en esta disciplina dominaban los niños de Logroño. A los blancos roquetes seguían los majestuosos capisayos rojos de los Excmos. Sres. Obispos: de Calahorra D. Fidel García, de Oviedo D. Javier Lauzurica y Zamora D. Eduardo Martínez. A continuación un grupo de negras sotanas en contraste con los blancos roquetes indicaban la proximidad del féretro. En este grupo dominaban los antiguos alumnos, ilustrísimos Sres. D. Benjamín Salas, Abad de la Colegiata de La Redonda (Logroño) y Prelado doméstico de S. Santidad; D. Agustín Tobalina; D. Luis Eguino, Canónigo de la S. I. Catedral de Santander; D. Enrique de Cabo, Maestrescuela de la misma; el Rector del Seminario de Zamora, Rdo. Sr. D. Benjamín Martín; el Provisor de la diócesis de Oviedo, Rdo. Sr. D. Demetrio de Cabo; el Rector de la Universidad de Deusto, Rdo. P. Javier Baeza; y el catedrático de la Universidad de Salamanca y Canónigo D. José Artero. El P. Marín, alumno fundador de la Universidad, por privilegio especial del P. Rodríguez Prieto, se desvistió el roquete y pasó al lado de los antiguos alumnos. Seguían los ministros sagrados, oficiando de preste el Excmo. Sr. Obispo de Jaca, D. Angel Hidalgo, ayudado por los diáconos Carlos Corral, y Juan Novo; e inmediatamente después el féretro escoltado simbólicamente por un grupo de marineros del «Magallanes»; a continuación los Excmos. Sres. Conde de Ruiseñada, Gobernador de la Provincia, D. Jacobo Roldán Losada; Presidente de la Diputación, D. José Pérez Bustamante; Rector Magnífico de la Universidad, Autoridades civiles y religiosas de Comillas, representación oficial del Magallanes, familiares del Siervo de Dios y al final el pueblo de los pueblos próximos. Hacia las doce y cuarto, salía el féretro de la Capilla Marquesal a hombros de marineros del Magallanes, relevados durante el trayecto por los estudiantes seminaristas y Jesuitas. Un equipo de fotógrafos y periodistas eran los únicos indisciplinados dentro de la solemnidad litúrgica del acto. Su Eminencia el cardenal Cicognani, el Excmo. Sr. Obispo de Santander y Monseñor Bugallo se incorporaron a la procesión funeral, cuando ésta llegaba al hemiciclo de la fachada principal. Minutos después el ataúd fue depositado sobre un túmulo, mientras el Pronuncio de Su Santidad entonaba el solemne «Libera me» de Casimiri, después del cual el arcón que contenía los restos del Marqués fue sellado e introducido en un sepulcro de mármol abierto en la Capilla de San Luis Gonzaga. Sobre el sepulcro una lápida conmemora el traslado y termina con estas palabras: «Venid fieles a este sepulcro a implorar 1a intercesión del Siervo de Dios ante el Altísimo.» Por la tarde, después del banquete ofrecido por la Universidad a tan dignísimos huéspedes, tuvo lugar una velada literario-musical. Anuencias casi instintivas del Conde de Ruiseñada a frases como estas: «el Marqués era Señor de los negocios y no los negocios señores de él»; o «fe –decía D. Claudio– no es creer lo que no se ve, sino creer a pesar de lo que se ve»; nos revelaron una vez más la nobleza de su corazón. Muy emocionado vino también el padre de Martín Artajo, amigo íntimo del Marqués. Por sus trabajos literarios fueron muy felicitados los Sres. Manuel Fernández Jiménez, Bartolomé Valbuena y el P. Eustaquio Gallejones. Y no menos expresivo y oportuno fue el broche de oro con que clausuró el R. P. Rector la parte literaria, seguida del Coro de Peregrinos de R. Wagner. Por fin, como epílogo digno de jornada tan solemne y extraordinaria en los anales de Comillas, S. Eminencia el Cardenal Cicognani en el momento de su despedida nos concedió nada menos que 5 días de vacaciones, confirmadas naturalmente, en el acto por el P. Rector, entre grandes aplausos para los dos generosos donantes ¡Laus Deo!» (Unión Fraternal, Comillas, mayo 1953, año XLIV, nº 173, páginas 269-272.)
El segundo marqués de Comillas, don Claudio López Bru, visto por el lápiz de Alfonso Zapico
Parece ser que los restos del marqués, a pesar de los veintiocho años transcurridos, no estaban suficientemente reducidos como para ser introducidos directamente en una urna que se conservase tras una lápida en una capilla, y fue preciso acelerar su pudrición en los meses siguientes. A finales de agosto de 1953 los restos del marqués con causa abierta de beatificación pudieron ser ya contemplados por unos pocos comilleses antes de ser colocados en la iglesia de la Universidad Pontificia. Cincuenta años después, en agosto de 2003, veinticinco años después del abandono de Comillas por parte de la institución, los edificios que otrora albergaron tan ilustre Seminario y Universidad pertenecen a Caja Cantabria, y desde el 2000 están totalmente cerrados al público, debiendo los visitantes conformarse con admirar los exteriores de tan monumental obra fracasada. ¿Logrará la urna que contiene los restos del marqués terminar el siglo XXI en el lugar donde fue colocada cuando se cumplían los cien años de su nacimiento? «Agosto 30 [de 1953].– En un aposento de la enfermería se nos muestran por unas horas los restos del Siervo de Dios Don Claudio López Brú, lavados, ordenados y colocados en una urna preciosa: Todos o casi todos los huesos principales bien conservados; dos frascos, conteniendo respectivamente: el uno fibras de esparto que se cree son residuos del cilicio que llevaría el cadáver, y el otro alguna pequeña parte del encéfalo; un crucifijo de plata, un pequeño relicario con dos huesecitos de San Claudio y su cadenilla, para ser suspendido al cuello, que es de oro lo mismo que la cajita.» («Diario veraniego», Unión Fraternal, Comillas, noviembre 1953, año XLIV, nº 175, página 325.) «Don Claudio López Brú, segundo Marqués de Comillas, fue desde la muerte de su padre el verdadero fundador del Seminario. No quiso aparecer en los documentos, sino como ejecutor de la voluntad paterna, pero, si se atiende a la contribución económica suministrada por ambos, corresponden a don Claudio más títulos de fundación. Ya se dijo que los 100.000 duros, ofrecidos en definitiva por el primer Marqués, se juzgaron de antemano insuficientes por el perspicaz Provincial de Castilla P. Muruzábal. Cuando se hizo la liquidación total apareció la enorme sobretasa que hubo que añadir. Es también cierto que, si en el edificio se invirtieron tantos miles de pesetas, fue en parte por causa de don Claudio, que quiso hacer una obra digna del Papa y de su padre. Pero es muy significativa la cifra de cerca de 400.000 duros que se gastaron desde 1883 hasta 1896, todos a cargo del segundo Marqués de Comillas. Mucho sintió don Claudio que la buena estrella de sus negocios empezara a palidecer, desde que nuestros intereses nacionales quedaron tan mal parados con la pérdida de Cuba y Filipinas. Una de las causas de su dolor era la imposibilidad en que le ponían las cosas, de no ayudar al Seminario con un capital fijo de cuyas rentas pudiesen vivir los alumnos y los profesores. No obstante, en toda su vida no cesó de hacer en favor del Seminario una subvención anual, que hasta 1896 fue suficiente para cubrir todos los gastos de la casa. Fue gran providencia de Dios Nuestro Señor que para fundadores del Seminario de Comillas no solamente señalara al primer genio financiero de nuestros últimos tiempos, sino también al hombre más cristiano y virtuoso de nuestra nobleza. Don Claudio López Brú es un verdadero santo moderno, que tiene tantos títulos para ser propuesto a la imitación de los hombres de hoy, como Contardo Ferrini y el banquero místico Jerónimo Jaegen. Dios le concedió la gracia de comprender y sentir con honda vibración la deleznable inconsistencia de las cosas creadas, aunque fuesen tan preciosas y abundantes como las que estaban a su disposición. Este íntimo sentimiento, que se hizo en él habitual desde los años problemáticos de la adolescencia, dio a la serena y armónica dignidad de su rostro un halo casi imperceptible de majestuosa melancolía. Le dejaban vacío las satisfacciones de la tierra y sentía nostalgias del Cielo. Así se hizo mortificado, pobre de espíritu, amante del Papa, favorecedor de los obreros, hombre de oración. Don Claudio es uno de los pocos hombres que merecen ser alabado, porque pudieron prevaricar y no prevaricaron. El Seminario de Comillas trabaja en su pronta beatificación.» (Nemesio González Caminero, La Pontificia Universidad de Comillas, semblanza histórica, Comillas 1942, páginas 33-35.)
Ilustración de Alfonso Zapico
«Los tres ideales de Monarquía, Patria y Religión, aunque separables en sus conceptos, y aun de diverso valor y categoría, ya que por encima de todas las formas políticas está la Patria, y por encima de la Patria está Dios; de hecho, en su concreción histórica y real, en España, por venturosa fortuna, han venido a fundirse en un ideal armónico de mutuas penetraciones íntimas, imposibles o muy difíciles de desenlazar. El Catolicismo, entre nosotros, no sólo es algo, por tradición y por herencia, unido al espíritu nacional; es algo constitutivo de nuestra misma nacionalidad. De España ha podido decirse, con no menor razón que del Imperio de los Francos, que la Iglesia, sus Obispos y sus monjes la construyeron como las abejas construyen su panal. Y la Monarquía ha sido (su persistencia tantas veces secular lo comprueba) y sigue siendo la forma política espontánea, ajustada, legítima de esta España así constituida. Así es como el Marqués de Comillas, al señalar a su vida estos tres ideales, no la disgregaba en tres direcciones diversas, con perjuicio de su unidad, puesto que aquéllos, subordinados e íntimamente enlazados entre sí, han venido a constituir una síntesis viva y gloriosa. Entendía que, sirviendo a la Monarquía, servía a la Patria, y que, sirviendo a la Patria española, servía a la Iglesia, a Dios, único ideal supremo del hombre. De igual modo, sabía que servir a Dios, a la Iglesia, era la mejor y más eficaz y más permanente manera de servir a España y a su católica Monarquía. ¡Y cómo las ha servido el fiel monárquico, el gran patriota y el perfecto cristiano! Con todas sus fuerzas, que eran de gigante; todos los días de su vida, y en todos los terrenos.» (Miguel Cascón S. J., Luz sin sombra [relato del entierro de Claudio López], citado por Camilo María Abad S. J., El Seminario..., 1928, págs. 261-262.) «¿Cómo sirvió a la Iglesia y al Papa el Marqués de Comillas? Dos cosas, entre las muchas que podríamos alegar, me place recordar: el Seminario de Comillas y la Acción Social Católica. El Pontificio Seminario de Comillas es, por cierto, la mayor empresa y la obra más pensada, más acertada, más duradera y más meritoria del Marqués de Comillas. ¿Qué haría él para la Iglesia en España y para la mayor gloria de Dios y bien de las almas, con la voluntad, la generosidad y los medios que Dios le había otorgado? Un Seminario; pero un Seminario modelo, que sobresaliese a los demás; pero que se abriese para todos, ricos y pobres; que estuviese informado por el más alto espíritu de la Iglesia; que fuese dirigido por la milicia selecta de la Iglesia; que satisficiese a todas las modernas exigencias de la cultura y de la pedagogía eclesiástica, y que fuese del Papa, no sólo en la formación y en la doctrina, sino también en la propiedad. Quien ha podido visitar aquel grandioso plantel de las más halagüeñas esperanzas de la Santa Iglesia en España, no puede, si ha entendido bien el alcance de la obra, dejar de dar gracias a Dios y a su instrumento escogido, el Marqués de Comillas, y no felicitar cordialmente a esta noble España, cuyos sagrados intereses tienen, por mérito del gran prócer, adónde y cómo orientarse para alcanzar un nivel siempre más alto en su glorioso, santo, apostólico clero: a Comillas.» (Monseñor Tedeschini, Nuncio de Su Santidad, en el número extraordinario de Unión Fraternal dedicado al fallecimiento de Claudio López, citado por Camilo María Abad S. J., El Seminario..., 1928, págs. 264-265.)
el busto dedicado al marqués de Comillas en el poblado
Bibliografía sobre Claudio López Brú
1925 Miguel Cascón, S. J., Luz sin sombra. El Marqués de Comillas, Comillas 1925, 76 págs.
1926 Miguel Asúa Campos, El Marqués de Comillas, Real Academia Hispano-Americana de Ciencias y Artes, Cádiz 1926, 69 págs. Con un postscriptum de José M. Pemán.
1928 Camilo María Abad, S. J., El Seminario Pontificio de Comillas. Historia de su fundación y primeros años (1881-1925), Tipografía Católica, Madrid 1928, 362 págs.
1928 Constantino Bayle, S. J., El segundo Marqués de Comillas, don Claudio López Bru, Imprenta del Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesús, Madrid 1928, 390 págs.
1942 Nemesio González Caminero, S. J., La Pontificia Universidad de Comillas, semblanza histórica, Comillas 1942, 185 págs.
1947 Eduardo F. Regatillo, S. J., Causa de beatificación del Marqués de Comillas, aparte de Sal Terrae (diciembre de 1947, tomo XXXV, págs. 804-814), 15 págs.
1950 Eduardo F. Regatillo, S. J. («postulador de la causa de su beatificación»), Un marqués modelo. El siervo de Dios Claudio López Bru, segundo Marqués de Comillas, Sal Terrae, Santander 1950, 241 páginas.
1954 Berta Pensado, El Marqués de Comillas, Temas españoles nº 83, Publicaciones Españolas, Madrid 1954, 29 páginas.
1968 Seminario-Universidad Pontificia de Comillas: 1892-1967. Sus festivales diamantinos celebrados por sus antiguos alumnos (días 28-31 julio 1967), Santander 1968, 109 págs.
1995 Francisco Erice Sebares, «Las repercusiones de le 'Rerum Novarum' y el primer catolicismo social: el caso de Asturias», en El Basilisco, Oviedo, nº 18, págs. 65-82.
1999 Raquel C. Sánchez, Antonio López y López, primer Marqués de Comillas, Cantabria s.f. [ISBN: 1999], 75 págs. [En 2003 a la venta en la tienda de recuerdos del Palacio de Sobrellano, en Comillas, otrora perteneciente a los Marqueses y ahora propiedad de Cantabria.]
2000 Martín Rodrigo Alharilla, Los Marqueses de Comillas 1817-1925, Antonio y Claudio López, LID, Madrid 2000, 405 págs.
2001 Martín Rodrigo Alharilla, «La casa de comercio de los Marqueses de Comillas (1844-1920): continuidad y cambio en el capitalismo español», en Congreso de la Asociación de Historia Económica (Zaragoza, 19-21 de septiembre de 2001), texto disponible en internet.
Sobre Claudio López Brú en el Proyecto filosofía en español
1925 Bustiello: monumento de los mineros a Claudio López Bru, Marqués de Comillas
1947 Eduardo F. Regatillo, S. J., Causa de beatificación del Marqués de Comillas, aparte de Sal Terrae (diciembre de 1947, tomo XXXV, págs. 804-814), 15 págs.
1954 Francisco Franco implora la pronta beatificación de Claudio López Brú
1954 Berta Pensado, El Marqués de Comillas, Temas españoles nº 83, Publicaciones Españolas, Madrid 1954, 29 páginas. Ver las notas {*} y {***} de su edición digital.
El monumento a Claudio López Bru en Bustiello, Mieres, Asturias, España
FUENTE: FILOSOFIA.ORG.  
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AUTORES.

Filosofia.org. Filosofía en español.
 El proyecto Filosofía en español ofrece, desde enero de 1996, textos, artículos, reliquias y relatos de la filosofía construida y pensada en la lengua, universal e internacional, que hablan los cientos de millones de personas que forman la hispanidad. Proyecto Filosofía en español. Fundación Gustavo Bueno. FUENTE: Filosofia.org.

EL BLOG DE ACEBEDO. (ANTOLOGÍA DE LA HISTORIA).
 La Historia es una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la forma en que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender, para cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.

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3 de enero de 2016

Claudio López Brú, semblanza histórica del Marqués de Comillas (II)

Claudio López Brú (1853-1925), desde 1883 segundo Marqués de Comillas
Claudio López, segundo marqués de Comillas.
El Marqués de Comillas y Jacinto Verdaguer (Continua)
Ejercía también Jacinto Verdaguer de limosnero de Claudio López Brú, pero la cosa terminó mal cuando, confundido el poeta, permitió que el presbítero pusiese piso a una admiradora, a cuenta de la generosidad del Marqués de Comillas... 

Jacinto Verdaguer y Santaló (Folgarolas, 17 de mayo de 1845-Vallvidrera, 10 de junio de 1902) fue un poeta y sacerdote español que escribió su obra en lengua catalana, en cuya literatura influyó especialmente el obispo Torras y Bages que lo calificó de «Príncipe de los poetas catalanes». También se lo conoce como «Mossèn Cinto Verdaguer» por su condición de clérigo. Antoni Esplugas i Puig (1852-1929) - (1902). "Mosén Jacinto Verdaguer". Álbum Salón: 157. (...). Saber más... WIKIPEDIA.

Filosofia.org
Así lo cuenta la nada sospechosa enciclopedia Espasa:
«Mosén Cinto tuvo su tragedia, como otros tantos grandes hombres. Según antes se indica, entró en casa Comillas a ruegos de Claudio López y Brú, gran admirador del talento y de las bondades de Verdaguer. Entró de capellán para aplicar diariamente la Santa Misa en sufragio del primogénito López, fallecido prematuramente, pero no entró en calidad de subalterno, con vistas a desempeñar un cargo retribuido, sino que la familia López trató con los honores debidos al gran poeta y al famoso sacerdote, aceptándolo como a un familiar querido y, como tal, a su mesa le sentó siempre. Por su parte, mosén Cinto correspondió a esas pruebas de afecto. En dicha noble casa vio llover sobre sí toda suerte de honores. En un principio, Claudio, que poseía en alto grado el don de caridad, socorría personalmente a unas cuantas familias necesitadas; andando el tiempo, no pudo hacerlo y confió esa misión a mosén Cinto, quien, llevado también de su compasión y de su caridad, vio crecer el número de candidatos a las limosnas de casa Comillas, pero el marqués le autorizó para socorrer cuantas necesidades se ofreciesen, y, en su virtud, Verdaguer se vio asediado a peticiones en el propio palacio, en la calle y en el confesonario. Para el bondadoso poeta, toda lágrima debía enjugarse; pero, con su magnanimidad de corazón, no llegaba a discernir las que eran producidas por la miseria de las que producía la ficción, de manera que, de las cantidades que se repartían, unas servían para endulzar penas y sufrimientos y otras para fomentar corruptelas y disipación en gente maleante. Su corazón compasivo le impelió a dar sin reserva; cada día solicitaba mayores cantidades del marqués, que éste nunca encontró excesivas; pero temiendo abusar de tamaña generosidad, repartió limosnas de casa Comillas y repartió sus propios ahorros, y, cuando éstos se acabaron, acudió al préstamo y contrajo deudas y más deudas, siempre impulsado por el deseo de hacer bien, siempre víctima de descaradas audacias, hasta el extremo que torturaron su vida y priváronle indudablemente de producir nuevas obras literarias. En vista de ello, puestos de acuerdo el obispo Morgades, superior de mosén Cinto, y el marqués de Comillas, propusiéronle que se alejase de tanto agobio y, dejando para otro el reparto de limosnas, fuese él a vivir una vida más en consonancia con su misión de poeta. Así lo aceptó, yendo a instalarse en La Gleva (26 de Mayo de 1893), un santuario de la Virgen, de admirable situación, cerca de Vich. Pero había de ocurrir que, quitada de en medio la mano dadivosa, se perjudicaran intereses creados, y éstos pusieran el grito en el cielo, haciendo correr la especie de que mosén Cinto fue echado de casa Comillas y desterrado a La Gleva. No había tal; el poeta cantaba desde aquel santuario como en sus buenos tiempos, díganlo los libros y poesías que desde allí compuso, y díganlo, sobre todo, su ejemplar vida sacerdotal, dedicada a endulzar tristezas, prodigar consuelos, repartir limosnas y demás obras caritativas de que nos da cuenta Pedro Roca y Redorta, custodio que fue de La Gleva durante la permanencia de mosén Cinto en el santuario. Lo que hay es que, quien más perjudicado se vio con el alejamiento del limosnero de casa Comillas, no paró hasta dar con él en La Gleva, imbuyéndole la idea del destierro y de la persecución y deslizando a su oído tan malsanas ideas, que lograron destruir la felicidad de mosén Cinto, quien acabó por huir de La Gleva y de su obispo, el cual le requirió en vano oficial y oficiosamente, apelando a medios que han dado lugar a hablarse de persecuciones. Empeoró la cosa la publicación de unas cartas del poeta en defensa propia, dando cuenta de su triste vida, escritos que causaron sensación, sí bien el público, lamentando tamaños infortunios no pudo hacer nada por aliviárselos, porque una cosa contaba el poeta y otra veía la opinión imparcial. Ramón Turró, ferviente defensor de mosén Cinto, dice, refiriéndose al marqués de Comillas, «que su Mecenas fue siempre para él un hombre noble y que así hay que proclamarlo y reconocerlo». Cuando el poeta salió de Barcelona, se sabía que el marqués estaba dispuesto a pagar todas sus deudas, a condición de que se dejase guiar y que rehuyera las compañías que le explotaban; y siendo así, entre la gente sensata acabó de descartársele de toda participación en las penas del poeta, máxime cuando el mismo Verdaguer publicó en sus escritos esta carta: «Mi muy querido mosén: En cuanto que examine usted su conciencia acerca de si ha distribuido o no bien mis limosnas, se lo prohibo, si puedo prohibírselo; y en cuanto a que usted en casa no haya hecho nada bueno, sólo le diré que nunca podremos pagarle el bien que nos ha dado y todo el cariño que le debemos. Es usted muy dueño de no creerlo así por su modestia, pero es así, y así lo creo yo. C. López Brú.» ¿Qué barrera infranqueable se oponía a la inteligencia entre Morgades, Comillas y Verdaguer? Nos lo dirá el doctor Turró. Habla de la bondad, candidez y sencillo corazón de mosén Cinto, y exclama: «Sugestionable como era, su cerebro era como de blanda cera; el dedo impreso, allí se quedaba. En estos asuntos doña Deseada era maestra; nadie como ella intuía lo que mejor podía moverle en determinado sentido.» Esta señora, una de las favorecidas con las limosnas de casa Comillas, se trasladó desde su modesta habitación a un confortable piso en la calle de Puertaferrisa, y más tarde en la de Aragón. En aquélla fue a vivir mosén Cinto y allí se hallaba cuando se le prohibió celebrar Misa (23 de julio de 1895) fundándose en la desobediencia a su Prelado, si bien, según dice el reverendo Roca, «en manera alguna ha de considerarse esto como una nota fea para mosén Cinto, atendido a que, si desobedecía, no era directamente para contrariar al Prelado, sino para defender su derecho natural evitando la persecución y la reclusión en un manicomio. Era porque estaba sugestionado, de tal manera, que creía que de este modo cumplía un deber de conciencia...» Porque esto fue así y no de otro modo; porque las obras que compuso mosén Cinto hasta serenarse su tribulación (Flors del Calvari, Roser de tot l'any) en nada desdicen del fervor místico de sus anteriores, si bien manan sangre en algunas de sus composiciones; por ello y nada más que por ello le fueron devueltas por el obispo Morgades las licencias de celebrar, el 5 de Febrero de 1898. El obispo de Barcelona, doctor Catalá, le confirió un beneficio en Nuestra Señora de Belén, y a haberse desasido de aquella familia, que él tomó por una segunda familia, porque decía que le amparó en momentos angustiosos, pero en quien veía todo el mundo a la única causante de sus desdichas, mosén Cinto, para sus propias necesidades, se hubiera enseñoreado nuevamente de la situación, porque el pueblo catalán adoraba en él y, al propio tiempo, lamentaba la excesiva carga que ya pesaba sobre sus espaldas, a la cual debía añadirse el peso de las deudas que antes contrajera, aumentadas durante dicha época con los exorbitantes gastos a que por ellas se vio sujeto. Desde 1896, en que apareció el primer número de la revista quincenal L'Atlántida, data una nueva era de producción verdagueriana. El 17 de Agosto de aquel año presidió un certamen literario, organizado por el Ateneo Graciense, en cuya fiesta leyó Lo lliri de l'Escut de Gracia. Publicó Flors del Calvari y Santa Eularia. Dirigió las revistas La Creu del Montseny y Lo Pensament Catalá; presidió otros certámenes en Lérida, La Bisbal, Berga y Sarriá, recibiendo en todos esos puntos pruebas inequívocas del gran afecto que se le guardaba, hasta que, avanzado el mes de Marzo de 1902, mosén Cinto, que, a pesar de su estado de debilidad, se obstinaba en practicar los ayunos cuaresmales, vio agotarse sus fuerzas y acentuarse la enfermedad que hacía años llevaba latente en sus pulmones, precipitando con ello su desenlace. El 17 de Mayo era trasladado a Villa Joana, una posesión situada en Vallvidriera, y a las cinco de la tarde del 10 de junio de 1902 moría santamente el gran místico, después de pronunciar las palabras: Jesús, Jesús, ampareume! (Jesús, Jesús, amparadme!). Cataluña vibró de dolor ante la pérdida de su poeta.» (EUI 67:1419-1420.)

2 de enero de 2016

Claudio López Brú, semblanza histórica del Marqués de Comillas (I)

Claudio López Brú (1853-1925), desde 1883 segundo Marqués de Comillas
Óleo de Antonio López y López. Primer marqués de Comillas. Del libro LA COMPAÑÍA GENERAL DE TABACOS DE FILIPINAS. 1881-1981
Claudio López Brú, segundo marqués de Comillas Capitalista español, hijo y heredero de Antonio López López, que desarrolló un gran activismo católico como segundo Marqués de Comillas, y del que tiene la Iglesia católica abierta causa de beatificación desde mediados del siglo pasado, secundada entonces incluso por la máxima autoridad política de España, por lo que será elevado a los altares si el Papa decide favorablemente
Ilustración de Alfonso Zapico. Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA.
Filosofia.org
En 1883 tuvo que hacerse cargo del grupo empresarial y financiero levantado por su padre, manteniendo los compromisos adquiridos, entre ellos el patrocinio del Seminario proyectado por Tomás Gómez Carral, que se convirtió en la Universidad Pontificia de Comillas. Mantuvo una excelente relación con las más altas jerarquías de la Iglesia Católica, incluidos los papas León XIII, Pío X, Benedicto XV y Pío XI, y fue uno de los principales impulsores de la Acción Católica en España. Claudio Segundo Bonifacio Antonio López del Piélago y Brú nació en Barcelona el 15 de mayo de 1853, poco tiempo después de la llegada de sus padres y sus tres hermanos mayores desde la isla de Cuba para asentarse definitivamente en la península. «Fue Claudio concebido en Santiago de Cuba, al tiempo en que regía aquella archidiócesis el santo Arzobispo Beato Antonio María Claret, después fundador de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Su madre piadosísima cuando llevaba en su seno al niño Claudio tenía la devoción de salir a recibir la bendición del Santo Arzobispo al pasar éste por la calle, para sí y para el hijo que en sus entrañas llevaba. Años más tarde, al contemplar su madre la extraordinaria virtud de aquel hijo, atribuía su santidad a las bendiciones del Beato Claret. Así nos lo ha relatado persona de su familia, digna de todo crédito.» (Eduardo F. Regatillo, S. J., Causa de beatificación del Marqués de Comillas, 1947.)

1 de enero de 2016

El perverso Rodrigo Álvarez de las Asturias y el derecho de pernada

"Ius primae noctis"
«Le droit du seigneur» por Vasili Polénov. Un cuadro historicista que recrea de manera idealizada la escena de un anciano entregando sus jóvenes hijas al señor feudal. La expresión derecho de pernada (en latín vulgar medieval), “ius primae noctis”, «derecho de la primera noche» (…). Saber más… WIKIPEDIA.

La leyenda del noble de Tiraña (Laviana) que cometió todo tipo de tropelías, entre ellas, la de practicar el derecho de pernada. Ver artículo del blog: "El «ius primae noctis» era un privilegio feudal"
Ilustración de Alfonso Zapico. Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA.
La Nueva España
En otra ocasión ya recordamos en esta página los luctuosos sucesos ocurridos en el Pozu Funeres durante la represión franquista. Hoy volvemos a ese escenario, pero en un tiempo muy anterior, para ver lo que hay de verdad en la leyenda que rodea el lugar. Hasta hace poco aún existía quien podía contarla de viva voz y de esta forma la recogió el erudito Eladio García Jove para publicarla en el capítulo correspondiente a Laviana del libro "Asturias" editado por Bellmunt y Canella en 1895. De generación en generación se trasmitió en Tiraña (Laviana) el recuerdo de un malvado noble que abusaba de sus siervos y no hacía distingos en pisotear ni lo humano ni lo sagrado, hasta que un día asesinó al cura de la localidad en el mismo altar donde había iniciado la ceremonia de la misa sin esperar a que él regresase de su partida de caza.