(…). Por
siglos, los leprosos sobrellevaron el sufrimiento de su dolencia, cargaron la
imagen aterradora que de ella se tuvo y fueron receptores del miedo colectivo.
El cuerpo del leproso, mutilado y gangrenado, ofrecía una terrible visión, despedía
un olor nauseabundo y desafiaba la distinción fundamental entre la vida y la
muerte al pudrirse mientras vivía. Su sola presencia provocaba horror. (…).
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Ilustración de Pablo García. La Nueva España |
La lepra está presente entre la humanidad desde los tiempos más remotos y se diagnosticaba con relativa facilidad por las afecciones cutáneas que mostraba. También sabemos que se incrementaba el número de afectados cuando aparecían crisis de subsistencia entre el pueblo llano. El problema más serio que representaba era el daño moral debido a la exclusión social que acarreaba, pues a estos dolientes se les internaba en unos hospitales especiales que en Asturias recibieron la denominación de malterías. Las primeras referencias de su existencia se hallan en la cultura egipcia, milenios III y II a. C., más adelante la menciona Hipócrates (V a. C.). Posteriormente se encuentran descripciones en la Biblia. San Lucas dejó reflejada la resurrección por Jesucristo en la persona de Lázaro de Bethania ante la petición de sus hermanas Marta y María Magdalena. Para los creyentes, este San Lázaro fue el primer leproso, de ahí que los lugares de reclusión para estos enfermos se conozcan como "hospitales de San Lázaro" o "Lazaretos", teniendo en cuenta que el vocablo latino lazarus significa leproso.