15 de febrero de 2018

Semblanza de Belarmino Tomas (y II)

Belarmino Tomás, casi una biografía
Ilustración de Alfonso Zapico
El sindicato avanzaba, los patrones se plegaban, y Belarmino era un hombre importante, pero nadie iba a evitar que bajara ocho horas a la mina, que tuviera que cargar la pistola cada vez que asomaba la cabeza un poco más allá de su concejo
Belarmino Tomás Álvarez. (alchetron.com)
Había tenido una contrata, y cuando el sindicato se hizo con la mina San Vicente había sido elegido vigilante general, el hijo mayor pudo ir a estudiar para perito, el partido no dejaba de avanzar, pero en 1930 había que sublevarse contra la monarquía, había que hacer una huelga general... y se hizo. Llevaba dos horas cuando Belarmino ya había sentado de un bastonazo a un guardia civil, y de pronto la contraorden, el movimiento abortado, la cárcel. Belarmino recordaba, enero de 1931, la muerte de Llaneza, su nombramiento: presidente de la Federación Nacional de Mineros en el lugar de éste; el extraño encargo de ocuparse de los teatros del sindicato, su alineamiento en la controversia dentro del partido, con la política de Prieto, para él paciente y realista; de cómo había sido llamado viejo y reformista.

14 de febrero de 2018

Semblanza de belarmino Tomas (I)

Belarmino Tomás, casi una biografía
Belarmino Tomas visto por el lápiz de  Alfonso Zapico
Cuando Belarmino Tomás subió en el automóvil aquel que lo llevaría ante López Ochoa, el asunto de la valentía ocupaba probablemente muy poco espacio en su cabeza
Belarmino Tomás. (LNE)
Tenía 42 años, el cargo de Presidente de la Federación Nacional de Mineros, trabajó en la mina de San Vicente, la casa de Gargantada... la estabilidad que todo eso representaba no era demasiado comparando con todos aquellos 42 años de vida. En la Casa del Pueblo de Sama había leído novelas de Palacio Valdés; había leído «La aldea perdida», y ese mundo idílico de la provincia montañosa verde y campesina, que se iba descomponiendo con las minas y el ferrocarril, le había parecido absurdo.

12 de febrero de 2018

Soplaban nuevos vientos en el Gijón de 1975


El bar del "Náutico" fue demolido para crear allí una zona ajardinada
Pedro García-Rendueles y Aguado
Pedro García-Rendueles quiso contratar como animador de Mercaplana al popular "clochard" de la pérgola, Benigno Piélagos, sin éxito
BAR NAUTICO. GIJÓN (Fotografía Antigua - Tarjeta Postal)
Aquel año de 1975 en el que iban a pasar tantas cosas que iban a cambiar el rumbo de este país, el Ayuntamiento procedió en el mes de marzo a la demolición del entrañable bar del "Náutico", cuyas obras fueron adjudicadas a Contratas Rubiera, con un presupuesto de noventa mil pesetas. El concejal de Parques y Jardines, Ángel Rodríguez aseguró entonces que allí sería construido un nuevo jardín, dado que se trataba de una zona verde.

11 de febrero de 2018

Sucedió en tierras zamoranas en enero de 1959

El día que el mundo se hundió en Ribadelago
(...). La memoria mantiene viva sus nombres, las aguas del Lago custodian su sueño eterno, tantos sueños. Aquel horror. Han pasado muchos años y las acuarelas del arquitecto Francisco Somoza recrean esa mañana de recuerdo y cómo pudo ser aquella noche interminable, la larga espera de los supervivientes a salvo sobre los tejados o las rocas más altas en completa oscuridad sin saber si los suyos estaban vivos o muertos (...). Acuarelas: Francisco Somoza. (...). Saber más... Hostelería en Zamora.

En la madrugada del 8 al 9 de enero de 1959, la presa de Vega de Tera se resquebrajaba y una riada destruía el pueblo zamorano y arrastraba 144 cadáveres hasta el Lago de Sanabria
Una niña superviviente come el contenido de una lata de conservas. EFE. Foto coloreada. El Norte de Castilla.

El Norte de Castilla
Cuando el reloj marque la media noche y separe el 8 y el 9 de enero, el cañón del Tera se sumergirá en el silencio y en la oscuridad de las frías noches invernales de Sanabria. Una quietud que fue rota por el rugir de unas aguas que, en una estampida descontrolada, recorrieron los 8 kilómetros que separaban, y aún hoy separan, la presa de Vega de Tera y el pequeño pueblo de Ribadelago, ahora Ribadelago Viejo. La segunda mayor catástrofe hidráulica sucedida en España, sólo superada por la ruptura del embalse de Puentes, en Lorca, que en 1802 reventó y provocó la muerte de más de 600 personas.