6 de septiembre de 2017

El expolio de la Catedral de Oviedo el miércoles el 10 de agosto de 1977

Así nos robaron el alma de Asturias
Catedral de Oviedo. Ilustración de Manuel Adolfo García Fernández. Adolfo García, es un historietista español, nacido en Oviedo el 12 de junio de 1945. Adolfo García trabajó como ilustrador publicando historietas en la prensa regional y otros medios asturianos. (El blog de Acebedo cuenta con la autorización expresa del dibujante ovetense Adolfo García para utilizar sus dibujos en sus artículos). Saber más…. Fuente WIKIPEDIA.

El expolio de la Catedral, del que ya se cumplieron 40 años, fue más que un robo: fue un ataque brutal a unos símbolos que aglutinaban una región que en esos momentos se fraguaba como autonomía
Otra vista de la catedral de Oviedo. Ilustración de Manuel Adolfo García Fernández. Adolfo García, es un historietista español, nacido en Oviedo el 12 de junio de 1945. Adolfo García trabajó como ilustrador publicando historietas en la prensa regional y otros medios asturianos. (El blog de Acebedo cuenta con la autorización expresa del dibujante ovetense Adolfo García para utilizar sus dibujos en sus artículos). Saber más…. Fuente WIKIPEDIA.
Y, ahora, lo justo y necesario sería que cayese del cielo la ira de Dios. Pero no cae. No ocurre nada. Mil doscientos años antes de esta neblinosa madrugada del miércoles 10 de agosto de 1977, el rey Alfonso II el Casto mandó proteger la hermosa cruz que donó a la catedral de San Salvador de Oviedo con la siguiente advertencia inscrita en la parte posterior, de chapa de oro lisa: "Cualquiera que intente llevarme donde mi libre voluntad la dedicó, perezca repentinamente con el rayo divino". Pero la alarma de Dios no salta, no hay chispazo letal y en la Cámara Santa de la catedral asturiana alguien despelleja con saña ese prodigio de la orfebrería que todos conocen como la Cruz de los Ángeles. Va a cometerse el robo del siglo. El robo del alma.
Imagen de la Cruz de la Victoria. Foto Archivo.
En el suelo del lugar del crimen hay una lata de mejillones desventrada que sangra la salsa rojiza de su interior. Ha sido la cena del delincuente quinqui que ahora destroza a conciencia tres joyas milenarias: la Cruz de la Victoria, la Cruz de los Ángeles y la Caja de las Ágatas. Lo banal hiere a lo sagrado. Las tres piezas son mucho más que una herencia material del Reino de Asturias, aquel tiempo legendario, el supuesto paraíso perdido de los asturianos. El tesoro de la Cámara Santa es puro pegamento emocional: sobre estas tres piezas -especialmente sobre la primera- está engarzada la identidad corporativa de una región de individualistas, de un millón de personas refractarias mil veces a la cooperación pero que se funden hasta la lágrima al invocar un puñado de símbolos básicos: esa cruz y el campo azul de la bandera donde ondea, el "Asturias, patria querida", la Santina, la sidra... Cuando se conozca la fechoría que esta noche se está cometiendo en el vientre milenario de la Catedral, Joaquín Manzanares, cronista oficial de Asturias, tasará lo que realmente valen las joyas: "¿Pero quién entiende esto que yo digo? ¿A quién le interesa? Preguntar por el valor material de lo robado a mí me indigna. Y a quien a mí me lo pregunta, yo le respondo con otra pregunta: ¿Cuánto vale su madre? Ésa es la cuestión", escribe en LA NUEVA ESPAÑA.
El equipo de la Policía que participó en la recuperación de los restos expoliados de la Cámara Santa, el día de su hallazgo en una escombrera cerca de la Fábrica de Moreda, el 15 de septiembre de 1977. La Nueva España.
La noche en la que un quinqui de 19 años destrozó el alma de Asturias
El destrozo es brutal. El chaval que lo está cometiendo se llama José Domínguez Saavedra, de 19 años, nacido en O Grove, hijo de una familia que vive en la indigencia. De profesión "marino mercante", dice últimamente. Y luego envía a sus padres grandes piezas de bacalao robadas para demostrar que anda en el mar. Ha tenido problemas con la justicia desde los 7 años, cuando debutó asaltando una sacristía. Se comió casi todas las hostias que había. Ya por entonces, los símbolos se la traían al pairo al pequeño e indómito José, el primero de cuatro hermanos. En O Grove recuerdan que su padre trabajó de barrendero y que un día encontró una cartera, luego la devolvió íntegra y no quiso aceptar ninguna recompensa a cambio. Domínguez Saavedra está en Oviedo recién fugado de la prisión de Pontevedra. Es un escapista. Ya en el reformatorio no había forma de meterlo en vereda. Llegó a la capital asturiana con cierto estrépito. Con un coche robado chocó contra una pared. Dos policías municipales lo auxiliaron de varias heridas y magulladuras. Él les daría a cambio, días después, un buen dolor de cabeza. Es un gallego de mirada caída, con el pelo moderadamente largo, de poco gesto y mueca de hastío en la boca. No parece dado a las emociones. Cuenta a sus conocidos que ha viajado mucho por España. Le acompaña una mochila en la que ha escrito a bolígrafo más de cien nombres de ciudades y países. También ha escrito sobre ella su nombre y apellidos muchas veces. 
José Domínguez Saavedra abandonó en su huída una bolsa con 251 joyas. El Comercio.
Diez años después, en Monte Porreiro (Pontevedra) este ladronzuelo matará, impasible, de un disparo en la cabeza a dos portugueses que se le habían acercado en el pub Cervantes de O Grove a venderle bisutería, haciéndosela pasar por oro. Despertaron su codicia y en vez de plata tragaron plomo. Pero Saavedra aún no se ha convertido en asesino. En esa noche solitaria en la Catedral es apenas un ratero. Busca los donativos. A ver si hay algo más de calderilla. Eso es lo que él pretende cuando el día 9 de agosto accede como un visitante más a la Catedral. Serán las siete y media o las ocho de la tarde. Hasta la hora del cierre se queda escondido en la galería alta, a la que accede por la escalera de la torre románica. Espera a que se cierren todas las puertas. Escucha pasos, voces cerca. Luego las llaves al girar. Luego el silencio gótico del templo. Luego, una tranquilidad. Por si acaso, permanece aún una hora más agazapado. Empieza su gran noche. Busca en los cepillos y trata de abrir la caja fuerte, marca Gruber, que hay en la sacristía. No lo consigue. No se va a ir sin botín. Busca y busca y después de forzar tres puertas con una palanqueta que encontró en las obras que están haciendo en la techumbre, entra en la Cámara Santa. De repente está ante un tesoro fabuloso. Así tal se imagina los tesoros: una cueva llena oro y piedras preciosas. Aquello es más de lo que jamás se habría esperado encontrar. "Buen negocio, he tenido suerte", piensa a la vista de aquellos brillos. 
Exterior de la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo. Catedral de Oviedo.
Pero Saavedra no sabe realmente dónde está. Si le preguntan si es religioso, responde impasible: "No sé qué es eso". Tampoco sabe en absoluto qué pueden ser o significar esas joyas de Oviedo. Sólo comprenderá el verdadero alcance de su saqueo al día siguiente, en Gijón -adonde ha ido a esconder el botín en una escombrera cerca de la Fábrica de Moreda-, cuando escuche a la gente hablar de los millones que pudieron haberse llevado de la Catedral. Pero eso será mañana. De momento, en esta noche impune, lo único que está pensando Saavedra es que el destornillador que siempre lleva consigo ya le está quemando en el bolsillo y darle gusto va a ser la única manera de llevarse todo aquello para poder venderlo. Va a hacer trizas el tesoro. Él quiere el cuerpo, el oro puro; el alma de Asturias que anide en estas piezas, que se la quede quien quiera. Con la Cruz de los Ángeles se emplea a fondo. La pulveriza: cuando la Policía recupere todo el material, los fragmentos no serán mayores que un centímetro cuadrado. Carlos Álvarez, el joyero encargado de su restauración, el hombre que revivió el cadáver, se quedará sin palabras cuando reciba aquel puzle de tres kilos de peso, hecho de oro casi puro, dúctil y maleable. "Decir que estaba destrozada es muy suave", dirá. Cuando los canónigos descubran la fechoría a las nueve de la mañana del día 10 de agosto hallarán restos de fuego en el suelo de la Cámara Santa: Saavedra intentó incluso fundir el oro milenario.
Las barras o patas de cabra que el ladrón utilizó en el robo. La Nueva España.
FUENTE: EDUARDO LAGAR. Publicado por La Nueva España el 06-08-2017. Ver enlace.
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El robo más disputado del siglo
José Domínguez Saavedra, escoltado por dos policías durante el proceso judicial. La Nueva España. 
La Alianza Anticomunista y los anticapitalistas de Coparo reivindicaron el saqueo de las cruces, por el que fueron investigados varios "marginales"
La catedral de oviedo, vista nocturna. La Nueva España. 
La Nueva España.
El abogado defensor de José Domínguez Saavedra, el hombre que pasó diez años en la cárcel por el robo de la Cámara Santa, aún piensa que no actuó solo. Aquel letrado era Antonio Masip Hidalgo y a día de hoy cree que existían suficientes indicios de que en el saqueo a la Catedral estuvieron implicadas otras dos personas. Fueron varias las hipótesis sobre la autoría del asalto en los días previos a la localización de las joyas y la detención de Domínguez Saavedra, y también sobre el método que utilizó el ladrón o los ladrones. Algunos intentaron apuntarse el tanto y rentabilizar la repercusión mediática del suceso, que lo mismo fue reivindicado por la extrema derecha que por los anticapitalistas. La Alianza Anticomunista Ibérica fue la primera en levantar la mano -más propiamente hablando, en levantar el teléfono-. El 12 de agosto, al día siguiente del robo, una persona llamó al periódico "El País" y se presentó como militante de la organización. Explicó que las cruces de la Victoria y de los Ángeles y la Caja de las Ágatas estaban a salvo, fuera de España. Uno de los comandos de la Alianza, nada menos que el que llevaba el nombre del "Generalísimo Franco", se las había llevado para evitar que cayeran en manos de los rojos y comunistas. Evidentemente, el comando "Generalísimo Franco" no tenía ni idea de que las joyas nunca habían salido de la Cámara Santa ni del estado en el que habían quedado, porque el ladrón solo se había llevado el oro que las recubría. Unos días después los que reivindicaban la acción eran los anticapitalistas del Coparo, un grupo que se puso en contacto con otro diario madrileño, "Informaciones", para explicar que el robo era una venganza contra el gobierno capitalista, que no querían dinero y que las joyas iban a ser destruidas.
El armazón de la Cruz de la Victoria en el suelo, como fue encontrada el 10 de agosto de 1977. El Comercio. 
Tampoco estos parecían estar al tanto de que el ladrón ya se había ocupado de dejarlas en un estado más que lamentable. Hubo una llamada anónima a la comandancia de la Guardia Civil de Oviedo, realizada desde Valladolid, informando de que las joyas estaban en Francia, y otra con la misma embajada a LA NUEVA ESPAÑA. Se contabilizaron al menos seis llamadas telefónicas asumiendo la autoría del robo o para dar detalles sobre el paradero de las joyas, a periódicos nacionales y asturianos y a las fuerzas del orden. Algunos estaban divirtiéndose a costa de aquel desgraciado suceso. La investigación se centro primero en algunos "marginales" locales, relacionados con el mundo del hampa y la drogas, personajes familiares para los ovetenses. Se pensaba que tal vez hubieran colaborado con el autor material de los hechos, dándole indicios sobre el tesoro que se guardaba en el interior de la Catedral y sobre cómo llegar a él. La detención de José Domínguez Saavedra echó por tierra todas aquellas especulaciones. El joven gallego, de 19 años, declaró haber actuado en solitario, que llegó a la Catedral de Oviedo casi por casualidad y que ni siquiera era consciente del alcance de lo que estaba haciendo, que desconocía el valor, más simbólico que material, de las joyas que estaba destruyendo. La explicación más simple resultó ser la más probable: Domínguez Saavedra actuó, en un impulso primigenio, cegado por el oro.
Estado en el que quedaron las joyas de la Cámara Santa de Oviedo tras ser destrozadas por el ladrón, José Domínguez Saavedra. El Comercio. 
FUENTE: ELENA FERNÁNDEZ-PELLO. Publicado por La Nueva España el 09-08-2017. Ver enlace.
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AUTORES.


Eduardo Lagar, escritor y periodista. Redactor jefe de
LA NUEVA ESPAÑA.

Elena Fernández Pello. Redactora en La Nueva España (Editorial Prensa Ibérica). Licenciada en ciencias de la información (Periodismo), por la Universidad de Navarra. LinkedIn.

EL BLOG DE ACEBEDO. (ANTOLOGÍA DE LA HISTORIA). La Historia es una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la forma en que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender, para cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.

“El único deber que tenemos con la historia es reescribirla”. (Oscar Wilde)

El Blog de Acebedo se adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo haber nacío n’ella”. FUENTE. El Blog de Acebedo.

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Esta página se editó por última vez el 17 de septiembre de 2023 a las 08:46 horas.

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