17 de abril de 2017

La década de los cuarenta en Gijón

La reconstrucción se puso en marcha con obras de gran calado para Gijón
Mercado antiguo en el Palacio de Revillagigedo, Gijón
Se inaugura la estación de autobuses, así como los teatros de Jovellanos y de María Cristina y nace el concurso hípico en Las Mestas, que se mantiene hasta la actualidad
El antiguo Banco de Gijón. (El Comercio)
Los alimentos escaseaban por lo que se puso en funcionamiento la cartilla individual de racionamiento establecida por la Dirección General de Abastecimientos y Transportes, departamento oficial que premió a los comerciantes cuyo número terminase en uno con una provisión de patatas para que las vendiesen a ochenta y cinco céntimos de peseta el kilogramo.
También por entonces comenzaron los "Rosarios de la Aurora" para que las sirvientas de las casas salieran a la alborada para rezar el rosario pidiendo a Dios lluvia para el campo y pan para los hogares. Dos importantes personalidades de la vida gijonesa fallecerían a principio de la década de los cuarenta: el Cronista Oficial de la Villa, Julio Somoza de Montsoriú y García Sala; y el excepcional fotógrafo Julio Peinado, quien también fue uno de los pioneros del cine asturiano. Desde La Habana llegó la noticia de que al exiliado profesor gijonés Antonio Ortega le acababa de conceder la Dirección de Propaganda de Guerra del Ministerio de Defensa Nacional un premio por su ensayo "Alrededor de la tragedia". Así es la vida.
La estación de autobuses, al lado del edificio de la Gota de Leche
Inauguración de la estación de "Alsa". Por iniciativa empresarial, con gran solemnidad se procedió a la inauguración -el 30 de diciembre de 1941- de la estación de autobuses de la empresa Alsa (acrónimo de Automóviles Luarca SA) con discurso del gobernador militar de Asturias y bendición de las instalaciones por parte del provisor del Obispado de Oviedo. El edificio racionalista fue proyectado por los arquitectos Manuel y Juan Manuel del Busto. Siete décadas después es evidente que aquellas instalaciones son obsoletas, pero los políticos siguen mirando hacia otra parte.
Gijón sigue siendo una de las pocas grandes ciudades de España que carece de una estación central de autobuses conectada con los servicios ferroviarios para mejorar las comunicaciones interurbanas, lo que a todos causa sonrojo al tener los ciudadanos que ir a coger los autobuses a calles estrechas en las llamadas paradas discrecionales que da la sensación de que llevan camino de ser eternas por la ceguera de nuestros gobernantes. Y de eso, desde luego, no hay que culpar al Ayuntamiento de Gijón, sino a la falta de entendimiento con las demás administraciones públicas que nunca han tenido tiempo para lograr dar una solución a un problema ya endémico y verdaderamente vergonzoso, cuando tantos millones se han invertido en infraestructuras de segunda necesidad.
Vista del muro de Gijón. (Calle Ezcurdia)
Soy testigo como cronista municipal de las numerosas negociaciones realizadas por ese gran empresario José Cosmen Adelaida para tratar de encontrar una solución satisfactoria para todos, a fin de construir la estación intermodal con un amplio aparcamiento subterráneo en la zona del antiguo humedal, pero nunca logró los interlocutores idóneos en los diferentes gobiernos, que hicieron caso omiso a sus racionales planteamientos para que en el centro del casco urbano se diese una solución con gran visión futuro para organizar las comunicaciones de Gijón hacia toda Asturias.
Las Mestas, una cita veraniega inolvidable. Aquel año de 1941 se puso en marcha la iniciativa de crear un concurso hípico gracias a las gestiones del alcalde Paulino Vigón, quien trataba de buscar diversas alternativas para atraer el turismo hacia Gijón, en unos tiempos de gran depresión económica. Sus buenas relaciones con el Ejército motivaron que al frente del proyecto se pusiese, con gran entusiasmo, el general Fernando Arroyo, quien entonces era el director de la Escuela de Aplicación de Caballería. Así lograron que la primera edición de un concurso -que iba a convertirse en una cita ineludible del veraneo gijonés desde nuestra infancia- se celebrase entre el 20 y 24 de agosto de 1942. Tal como en su momento planificó el gran visionario Romualdo Alvargonzález Lanquine -con la organización de las primeras ferias de muestras- lo que se traba era de dar continuidad a las tradicionales fiestas del estío gijonés, después de nuestra Semana Grande. 
Fue en agosto de 1962 cuando Las Mestas acogió el primer concurso internacional
Todos los jinetes participantes elogiaron las instalaciones y el hermoso marco en plena naturaleza para competir en el salto de obstáculos, lo que motivó su consolidación e importancia año tras años, además de ser complementado con un velódromo. Ir al hípico todos los días era una de las grandes atracciones de nuestra infancia e inolvidables son los apellidos de Goyoaga, su esposa Paula Elizalde, Goyeneche y del capitán de Marina Santa Pau, quien con su pequeño caballo "Turán Bey" triunfaba en las competiciones. Eran tiempos de cazadores de autógrafos y, por solicitarle su firma mientras sonaba solemnemente el himno nacional y él permanecía en posición de firmes, me arreó después un buen guantazo. Y qué decir de la señorita Rate -las amazonas vestían de negro- que por querer ganar tiempo trató de saltar el montículo, se cayó del caballo y el que esto escribe se desmayó porque estaba platónicamente enamorado de ella, claro.
La plaza de San Miguel en Gijón
La puesta en marcha de la Universidad de Cimadevilla. Dado que a Gijón se le negaban los centros universitarios, durante el curso académico de 1942, por iniciativa del profesor de la Universidad de Oviedo, Benjamín Ortiz, el eminente profesor Fermín García-Bernardo y de la Sala -quien acababa de aprobar unas oposiciones en el Instituto Nacional de Previsión- inició su ejemplar docencia dando clases, en su casa natal al lado de la colegiata de San Juan Bautista, de Derecho y preparación para oposiciones. Más de dos mil alumnos pasaron por sus clases, entre ellos: Pedro de Silva y Cienfuegos-Jovellanos, César Díaz-Telenti, Celestino de Nicolás Prieto, Sergio Marqués Fernández, Javier Fernández Costales, Juan González Posada y Minervino de la Rasilla y de la Losa. A fin de que no se perdiese su espíritu, el Colegio de Abogados de Gijón la adquirió décadas después como sede de la Escuela de Práctica Jurídica.
El hipódromo de Las Mestas, antes de las urbanizaciones
El teatro Dindurra tomó el nombre de Jovellanos. El 3 de agosto de 1942 también fue reinaugurado el Teatro Jovellanos tratando de recuperar la historia del famoso Dindurra, que había sido destruido por los bombardeos. El entusiasmo fue general y en la gacetilla informativa se aseveraba que "su suntuosidad es tal que en muchas cosas supera a los mejores de España. Quizá lo más espectacular y asombroso, con serlo todo mucho, es la instalación del alumbrado, maravilloso y modernísimo. Cuando el espectador menos se lo espera, una suave y deleitosa luz de amanecer o de anochecer, encanto de los ojos, traslada a cielos de aurora y ocasos de ensueño. Luz de amanecer es todo este empeño, encendido amor al arte, a la cultura y a Gijón, que supone el nuevo teatro convertido por esfuerzo nobilísimo en realidad portentosa y en ansias de servir a la Nueva España, rica, floreciente e imperial".
El bar nautico en 1950
El tenor Miguel Barrosa (Candás, 1904- Madrid, 1996) fue uno de los primeros en pisar aquel escenario cantando "Madame Butterfly". Décadas después, tras la nueva reinauguración del Teatro Jovellanos no logré -a pesar de una entrañable entrevista con él en su casa de Madrid que fue publicada en LA NUEVA ESPAÑA donde reivindicaba su deseo de estar presente en dicha efeméride- que el Ayuntamiento de Gijón lo invitase para rememorar aquellos tiempos. Lástima.
Un año después sería aprobada la reconstrucción del edificio del Banco de España en Gijón, en el solar donde anteriormente había estado el primer Teatro Jovellanos, con un presupuesto de tres millones y medio de pesetas.
Gijón. La Iglesiona (Iglesia del Sagrado Corazón)
Un hecho destacable también sería la inauguración del Teatro María Cristina -el 29 de octubre de 1943- obra de los afamados arquitectos Del Busto llevando el beneplácito de los comentaristas locales, quienes aseveraron que "el decorado responde al estilo barroco, pero lo prodigioso es que no pesa, ni se hace frondoso, ni produce algarabía; por el contrario consideramos su elegante sobriedad un singularísimo acierto". Lamentablemente, todo aquello ya pasó a la historia.
Y en el teatro de los "Campos Elíseos" se estrenó la famosa película patriótica "Raza", del director José Luis Sáenz de Heredia, con guión de Jaime de Andrade, seudónimo tras el cual estaba la figura de Francisco Franco. Al final de la proyección, con el público con los brazos en alto, tras escuchar de pie los himnos de España y del Movimiento, se gritó: "¡Arriba España!".
Plaza del Parchís de Gijón, 1946
FUENTE: MANUEL DE CIMADEVILLA
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