El Consejo de la discordia
Escribía que en 1937, cuando las tropas de Franco entraron en Santander y Gijón encontraron grandes reservas de provisiones que no se habían utilizado a pesar de la necesidad que la población venía sufriendo en las semanas anteriores: ropa interior, medias, vino, leche en polvo, pescado en conserva
La Nueva España
Desde luego, la culpa de ese desgobierno no la tenían los milicianos ni tampoco los mineros, que, como reconoce el mismo autor, «practicaron la política de tierra quemada y en las ruinas de sus casas luchaban hasta la muerte con cargas de dinamita». Lo lógico es atribuir la responsabilidad a los dirigentes de última hora que asumieron voluntariamente la obligación de dirigir las operaciones y controlar la retaguardia. A las 24 horas del 24 de agosto de 1937, cuando aún quedaban años de guerra para la mayor parte de España, el Consejo asturiano declaraba la soberanía de la región ante el asombro y la desaprobación del Gobierno de la República. Los artífices fueron dos hombres vinculados a la cuenca del Nalón: Amador Fernández, «Amadorín», y Belarmino Tomás, «Belarmo», el primero nacido en La Invernal de San Martín del Rey Aurelio y el segundo, aunque gijonés, vecino de Langreo, de donde llegó a ser concejal en dos ocasiones. La idea de la secesión partió de Amadorín, diputado en las Cortes republicanas y que contaba en su haber con el prestigio de haber sido uno de los fundadores del SOMA, que llegó a presidir tras la muerte de Manuel Llaneza y con una buena fama adquirida durante la revolución de 1934.
Gabriel Jackson
(Mount Vernon, 10 de marzo de 1921-Ashland, 3 de noviembre de 2019) fue un
historiador e hispanista estadounidense. (…). Saber más… WIKIPEDIA. |
Ilustración de Alfonso Zapico.
Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un
historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue
galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de
destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA. |
Desde luego, la culpa de ese desgobierno no la tenían los milicianos ni tampoco los mineros, que, como reconoce el mismo autor, «practicaron la política de tierra quemada y en las ruinas de sus casas luchaban hasta la muerte con cargas de dinamita». Lo lógico es atribuir la responsabilidad a los dirigentes de última hora que asumieron voluntariamente la obligación de dirigir las operaciones y controlar la retaguardia. A las 24 horas del 24 de agosto de 1937, cuando aún quedaban años de guerra para la mayor parte de España, el Consejo asturiano declaraba la soberanía de la región ante el asombro y la desaprobación del Gobierno de la República. Los artífices fueron dos hombres vinculados a la cuenca del Nalón: Amador Fernández, «Amadorín», y Belarmino Tomás, «Belarmo», el primero nacido en La Invernal de San Martín del Rey Aurelio y el segundo, aunque gijonés, vecino de Langreo, de donde llegó a ser concejal en dos ocasiones. La idea de la secesión partió de Amadorín, diputado en las Cortes republicanas y que contaba en su haber con el prestigio de haber sido uno de los fundadores del SOMA, que llegó a presidir tras la muerte de Manuel Llaneza y con una buena fama adquirida durante la revolución de 1934.